Lo comido y lo leído

viernes, mayo 26, 2006

Capital estomacal

En temporada de cambios de carta (por lo general, otoño y primavera), las invitaciones a probar lo nuevo se suceden sin tregua. Y si la mano de los cocineros no es muy buena, el estómago de los llamados "cronistas gastronómicos" puede sufrir bastante. Este otoño he tenido muchas invitaciones, ha habido semanas en que fui a un compromiso diario y allí me encontré con los colegas, todos sonrientes pero estoy segura que la procesión va por dentro. Sí, porque nuestro estómago es el capital para este trabajo. Hay que cuidarlo e intentar no someterlo a presiones innecesarias. El estómago puede crecer y achicarse. Una cosa es comer demasiado y sufrir el síndrome tambor (cuero estirado al límite), pero otra muy diferente es sentir que nos comimos un yunque o pasar una noche con acidez. Solución parche antes de la herida: una sal de fruta antes de acostarse. O comer menos, claro. O seleccionar las invitaciones. Hay quienes eligen con pinza a lo que van, yo aspiro a ser uno de ellos. Otros, mateos, van a cuanto "evento" haya, para estar informados de todo lo que ocurre en el medio. Yo no. Soy floja, y me gusta comer rico, cosa que no ocurre siempre en esas situaciones. Además, como quiero seguir en esto por mucho tiempo más, tengo que cuidar mi capital de trabajo: mi estómago.